jueves, 24 de diciembre de 2009

Es hora de brillar


Desperté hoy 24 de diciembre abrumado de las sensaciones frívolas que sostuvieron anoche mi cuerpo. Con una sola imagen en mi cabeza, pensaba en el cielo y en el brillo que el desprende. Brillo, que más de uno aún no enciende.

Una imagen de un hombre enfermo. Un hombre enfermo de risas, de ambiciones, y de sueños. Héctor Cifuentes con su camisa blanca de rayas rojas gruesas y azules tan delgadas como sus propias venas. Un cuello alto como mantuvo siempre su frente. Un buzo cuello v , v de victoria. Con rombos y colores vivos, resaltando en la memoria de cada uno de nosotros sus dulces e inolvidables risas.

Me entristece y me llena de nostalgia saber una realidad, realidad que a pocos les importa. Marchar diariamente en un mundo desconociendo mi familia, sin tener la oportunidad de tocar sus manos, de tocar mi propia sangre. Familia que desconocida es y que solo la fotografió en mi mente, cuando un integrante se va. Hermanos, primos, tíos que deambulan en un cuento que no es el mío. En la calle, en cada uno de sus negocios, sin querer que sea parte de él.

Solo me queda desearles éxitos y brindarles una oportunidad, oportunidad de mirar al cielo y observar que ahí están. Muchas de ellas estuvieron con nosotros, y hoy le decimos adiós a una. Es hora de que Héctor Cifuentes como la estrella que es, suba al cielo, brille y nos acompañe siempre.


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