martes, 29 de septiembre de 2009

Prostituta de corazón

Posteriormente de haberte arrojado encima de aquellas piedras, tiempo después de haberte escupido. Bajo la luna roja y un cielo estrellado, lleno de recuerdos e imágenes de placer, me arrepiento de haber comido un poco de tu piel. Me arrepiento de haber vertido mi dulce vomito sobre tu exquisita faz, sobre tu bella tez. Me da nostalgia imaginarme como mi emesis penetraba en tu sangre y pudría tu pudor, descomponía tu moral.

Mientras la noche caía y las flores se resguardaban del violento frió, yo caminaba. Camine por horas sobre aquella senda que marcaste con tus mentiras, regando un exquisito vino de forma vertical y sentimental. Sin imaginar. Antes de llegar a mi destino, retrocedí ante una majestuosa casa, aparentemente un santuario de Dioses de codicia donde se guardaría el más valioso tesoro (tu corazón).

Lo único que podía pensar, era el hurto tan frió y cobarde que habían realizado contra ti. La única persona capaz de desvalijar tu corazón, era tu madre. Aquella medusa disfrazada de su propio enemigo (el hombre), con víboras sobre cabeza y la codicia en su belleza carente de pudor y de oportunidades para valerse por si misma.

Mientras yo yacía y murmuraba en mi mente, estabas tu tendida sobre el sofá, con tu vestido de leopardo, disfrazando tu valentía en pequeñas manchas sobre tu cuerpo. Con las piernas abiertas, la boca hinchada y tus ojos en tus manos, maldecías y profanabas tu tumba.

Mi arrepentimiento era mi piedra, el gran peso que tenia cargar de por vida, mi destino. Los líquidos de mi intestino, te habían consumido. La habitación donde estabas, despedía una fragancia a acido nítrico y amoniaco. Tus uñas se habían vuelto mierda, lo único que restaba de tu cuerpo, eran tus ojos, tu mirada, que nunca iban a cerrarse ni a maldecir .Horas después, sosteniéndolos sobre mi mano, mientras las cortinas detenían el fuerte y cortante viento, los lancé contra mi boca, sobre mis afilados dientes, y rasgando la retina pienso en nuestra bella noche, en nuestro verdadero amor.

Sabia que era imposible recuperar tu corazón, me dirigí al baño para enjuagar mi cara, para purificar mi alma, para despojarme del calor de la luna roja que sofocaba mis arrugas, para suprimir la capa de vapor que me cegaba. Veo sobre el blanco y limpio piso de tu baño, las porquerías que defecaste, que escupiste y abandonaste. Piso sobre cada una de ellas para sentir tu gloria, y recordar, cada porquería, cada desplante que concebías sobre mí.

Aunque te recuerde en mi mente como basura inservible, aunque hayas muerto en tu propia arte como lo es la prostitución, hay que rescatar, que tu si tienes corazón. Apropiado de la cortesana desvergonzada el corazón aguarda por otra joven, que no tenga el mismo significado que tu sobre la vida. Te extraño mi prostituta de corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario