viernes, 9 de octubre de 2009

RÜCKANTWORT




Cinco años después de viajar y deambular a pie, marchar por rocas y trepar mas de una ilusión, romper corazones y mirar el porvenir, te encontré ante una carta que pronto respondí :



“Hay instantes en la vida en los cuales las palabras sobran, donde el lenguaje lo único que hace es entorpecer la perfección del silencio.

Mi cuerpo esta lleno de confetis, de papeles que posiblemente se caracterizan como basura, de mi boca solo desembocan dudas, en mis ojos se denotan dos grandes interrogantes y mis caricias son dudosas. No solo es mi potrero, es todo mi cuerpo el que duda, reflexiona, duda de lo que reflexiona, reflexiona de lo que duda y duda de la reflexión que hizo de la duda .



Estos días mientras viajaba por el monasterio de Al-Muharegh , mientras veía el viento dialogar y discutir con la arena, en mi mente solo habitaban dudas. Pequeños individuos de dudosa procedencia, que rompen todo esquema en mi mente, que jalan las sensaciones, que hablan al oído contradiciendo mis acciones. Me pregunto cual fue el momento en que inicie una vida artificial contigo, una relación transparente-espiritual, me pregunto cada segundo en que camino y cada minuto en que corría (escapando de las tormentas de arena), cuando el escribirte se volvió tan indispensable como respirar, cuando tus letras se volvieron el palpitar de mi corazón, y cuando el anhelar tocarte y ver tus rostro se convertían en cuestiones de vida o muerte.


Imposible cantar, imposible jugar, trabajar, dialogar, discutir, leer, solamente puedo pensar, dudar y escribir. Me llegan al oído las imágenes que divise de un querido amigo, donde anunciaba que las palabras son como puentes energéticos, enlaces, hilos invisibles que multiplican todas las zonas de mi realidad. Son las rutas rotas, son los caminos para entrar a tu paraíso, para elevarme ante anhelada presencia. Desde que te conocí ante una puerta irreal, no canto, ni en el más exquisito silencio “



No hay comentarios:

Publicar un comentario