sábado, 24 de octubre de 2009

Yo , la pared en blanco .


Todo transcurre en un instante. Mientras abro y cierro los ojos puedo encontrarme con ella. Aquella princesa prisionera en su vida. Luego de salir por el escenario, esta en busca de una manzana que se encuentra en el bolsillo de su amante; fiel compañero y caballero inescrupuloso que utiliza sus espadas para cortar las banderas de la patria. Junto a una fuente, esta él sentado, asimilando el mundo sin ninguna preocupación, sin ningún pensamiento y sin ninguna imagen en su cabeza que le recuerde a ella. El sonido del agua en sus oídos, cada goteo instantáneo mientras fluye por los caminos escondidos de un piso hecho de barro, recuerda todos los actos heroicos que sucedieron en su cama junto con aquella damisela. Mientras escucha los gemidos de su madre en su cabeza, alcanza a percibir el olor a moho y a desnudez; asi mismo asimila las arrugadas tetas de su abuela, y las caricias fuertes y bruscas de su padre. No le queda nada más que abrir y cerrar los ojos.

Quiero dirigirme al escenario, a la obra teatral de mi vida, donde todos los personajes mueren, excepto el que hace de bandera y el que trabaja de viento. Deambulando de izquierda a derecha, junto con su amigo el viento, aclama con una dulce voz, un soldado que la baje de esa altura, que la deje al nivel de la tierra, de los pies, para que pueda ser pisoteada y se apague su corazón junto con sus compañeros; sin embargo hay un problema. Todos están muertos. Solamente se denota en el escenario de piedra, una muchedumbre que grita sangre, que habla sangre, que sabe a sangre. Yo como espectador invisible, extrapolo mis manos para alcanzar dicho charco, lo pruebo, lo degusto y doy una crítica constructiva.
Minutos después de bañarme con la sangre de mis personajes, encarno en una pared en blanco, dejando atrás todos los recuerdos, dejando mis ideas y mis pensamientos a un lado, en un pincel, para que todo aquel personaje que hizo parte de mi historia, y quiera volver a pertenecer en ella, la reescriba. Para que cualquier indigente que quiera penetrar los muros de mi alma, junto con pinceles y pintura de su esencia, sea capaz de escribir en ella. Para que comiencen nuevas historias, nuevas obras de teatro , nuevos problemas, y nuevos finales excepto el de esperar .El de esperar como hada madrina mientras la llaman , un caballo mientras lo montan , o un feto mientras reconoce la luz . Solo quiero esperar el momento en que mi vida, mi alma, yo (la pared en blanco ) este llena de letras que tengan sentido , en formas que construyan el aire como una bebida pasiva donde se reflejen los rostros de todos los que en verdad están en mi alrededor. Los que están conmigo.

¿Dispones de tiempo para ser un indigente más?

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